Capítulo 30. La verdad sobre Praxis
Thalia se había roto en diminutos pedazos y todo esos trozos estaban sobre su marido, en ese abrazo que se daban, en esas manos tomadas y en esos besos a su pelo mientras seguía ella sollozando en él.
Sin embargo pronto todo cambió y fue tan rápido como vino ese afecto… que como se fue.
—¿Qué me importa a mí que estés aquí? —le reclamó ella de repente y se apartó recordando las últimas palabras que él había mencionado—. Si yo estoy aquí también es tu culpa. Me humillaste en su día y cuando quisiste fuiste a por mi, me perseguirte hasta tenerme donde quieres y al final solo consigues que más y más dolor abracen mis días. No vayas de ángel de la guarda cuando eres un maldit0 ángel caído que vino a joderme la vida desde sus oscuras tinieblas.
—Muy perturbadora tu metáfora.
Praxis solo la dejó por incorregible y se apartó de su postura en la mesa para recoger los papeles en pedazos esparcidos por todos lados. Esa era una tarea que cualquiera podía ha