Capítulo 99

Maya soltó una risa nerviosa y la tomó.

—Eres una traviesa… ¿cómo llegaste hasta aquí?

Había dos botellas de leche en el armario; volvió a dejar la tercera en su lugar. No había prestado atención a cuántas había al limpiar apresurada.

Afortunadamente, todo había sido una falsa alarma.

Luego llamó a la señora Fine para que regresara con los niños.

Apenas entraron, los tres corrieron hacia ella como pequeñas pelotitas rodando. El corazón de Maya se relajó al fin.

Esa noche, Maya tuvo un sueño.

Soñó con los momentos felices que había vivido con Roberto.

Roberto, ¿qué te gusta de mí?

¿Qué opinas tú?

¡Te lo pregunto porque no lo sé!

—Bésame y te lo diré.

¿Otro beso? ¡Qué exagerado!

—Muy pocos.

En el sueño, Maya subía un tramo de escaleras. Le dio la espalda a Roberto y dijo:

—Roberto, voy a dejarme caer hacia atrás y tienes que atraparme. Es un ejercicio de confianza. ¡Confiaré en ti pase lo que pase después!

Ella se inclinó hacia atrás.

Giró un poco la cabeza, pero no había nadie detrás p
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