Capítulo 53

Maya se quedó muda. Su cuerpo entero se tensó, temblando.

Alexander la soltó y volvió a su asiento. El aire frío que emanaba de él llenó el coche con una presión sofocante.

Maya miró la noche por la ventana. Se sentía atrapada, rodeada de peligro.

Y seguía pensando en sus hijos, solos en casa.

¿Qué hago?

Alexander no pensaba dejarla salir.

Saltar del coche en movimiento era imposible.

Viajaron casi una hora hasta alejarse completamente de la ciudad. Muy pronto, las calles se poblaron de mansiones y árboles altos que parecían custodiar el camino. La iluminación era más brillante, pero también más inquietante.

Cada sombra parecía un espíritu observándola.

Diez minutos después, el coche se detuvo frente a una enorme puerta de hierro.

Avanzaron hasta la entrada principal de un pasillo lujoso.

Alexander salió primero.

Maya no quiso moverse. El miedo le oprimía el pecho.

Aquel lugar parecía su tumba.

Sus manos sudorosas se aferraron al asiento.

Alexander se volvió y la miró por encima del h
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