Yvonne saltó del coche en cuanto se detuvo. Ni siquiera pareció sentir el esguince que casi se provocó con sus tacones asesinos.
Mindy murmuró a Maya:
—Parece que sabe que llegó tarde. Pensé que no tenía ni un gramo de sentido común.
Maya miró a Mindy sin responder. Recordó cómo Mindy la regañó por llegar tarde una vez. Mindy odiaba la impuntualidad… pero evidentemente no se atrevía a aplicar esa misma dureza con Yvonne. Y, aun así, claramente le molestaba.
Yvonne recuperó su compostura en cuanto vio a Mindy y Maya. Las observó a ambas con una mirada condescendiente.
—Señorita Watt, ¡está aquí! Estaba esperando para darle la bienvenida… —empezó a decir Mindy.
Yvonne la interrumpió sin piedad:
—Lo sé. No quiero hacer esperar a Alexander. Le dije que no tenía que venir hasta aquí para acompañarme, pero insistió. Si no, habría llegado mucho más tarde —dijo, presumiendo descaradamente su relación—. ¿Pueden creerlo? No quiere que sufra en la industria del entretenimiento… pero soy una muje