—Tienes razón, aquí no hay nada que pueda hacerle a Terry—, respondió Maya, con un doble sentido que Serena no captó.
Serena continuó sin notar nada:
—Sí, los niños tienen un corazón puro. Lo único que quieren es divertirse. Además, a Terry le gustas mucho, te grita hermana mayor todos los días. Su hermano no se preocupa por él, y tú eres la única que sí lo hace.
Maya sintió que Serena estaba intentando presionarla moralmente bajo el pretexto de la inocencia infantil.
—Por cierto —agregó Serena—, llamé para darte las gracias. Alexander renunció a comprar la compañía de los Brooks.
Maya abrió los ojos sorprendida.
—¿Cuándo sucedió eso?— preguntó, incrédula.
—El papá de Terry lo mencionó esta mañana. Y todo es gracias a ti. Él incluso dijo que quería invitarte especialmente a cenar, pero supongo que no estás dispuesta, así que hablaremos de esa cena en otro momento. Además de retirar la adquisición de la empresa de los Brooks, Alexander incluso les dio a los Brown una suma de dinero med