12. No quiero compartirla
La mañana recibió a la manada del Agua con un aire gélido que parecía morder la piel. Y al anochecer las cosas no mejoraron del todo, ni siquiera la fauna nocturna hacia ruido.... parecían contener el aliento.
El centro de ceremonias del Agua estaba decorado con guirnaldas flotantes hechas de lirios y piedras lunares. Aquella noche sería la celebración en honor a la nueva Luna de la manada de Fuego: Aria.
Pero el corazón de Sebastián no estaba con ella.
Aunque sabía que será considerado traición si se apartaba del lugar donde sería la celebración, no pudo evitarlo. Tendría que recurrir a sucios trucos para buscarla.
Mientras los festejos se preparaban al otro lado del territorio, Sebastián se escabulló de la caravana. Su respiración era irregular, su lobo, Zeque, lo arrastraba con ansiedad en dirección al bosque espeso. Sentía algo. Sentía a ella.
«No está lejos… está viva. Está con otro», reveló su lobo.
—Maldita mujer —masculló, ocultando su esencia mientras se adentraba en la zona