¡La Luna rechazada ha regresado con dos encantadores bebés! - Dayleen no sabía que el amor podía ser crudo y despiadado, hasta que encontró a su mate en la cama junto a su prima traicionándola. Presa de la desesperación, huyó de la manada llevándose dos grandes secretos, esperanzada en dejar todo atrás... Pero Sebastián jamás la dejaría ir, no a su Luna y madre de sus cachorros. El problema vino cuando cayó en las garras de otro sexy Alfa, quien la reclamó como suya, con todo y cachorros del enemigo. Fuego contra Agua luchando por una simple Omega sin poder... "Lo que por fuera parecía frágil, dentro contenía el diamante más fuerte y poderoso de la manada... A la última Guardiana de los Lobos". ¿Habrá posibilidad de una segunda oportunidad? - LOS HIJOS SECRETOS DEL ALFA: ¡LUNA, REGRESA!
Leer másLa mansión de las concubinas estaba silenciosa, pero el ambiente estaba cargado de anticipación. Todas habían sido informadas por el soldado que salió a darle la noticia, que el Alfa regresaría ese día por las buenas noticias.Todas miraban con tristeza al suelo, ninguna se sentía feliz con las "buenas noticias", porque no eran eso para ellas. Serían relegadas a ser solo concubinas mientras que Nür sería nombrada madre del Heredero; quizás hasta sería nombrada Luna de la manada.Entonces sonó la campana de avisos y todos supieron que él volvió.Xavier acababa de llegar a la manada de Agua, y antes siquiera de cruzar el patio de la mansión, la puerta se abrió con un golpe con su magia. Nür corrió hacia él con una sonrisa inmensa en el rostro, las manos sobre el vientre aún plano. Su cabello estaba suelto y brillaba bajo el sol. Los ojos húmedos. Expectantes.Todas las demás pidieron los ojos en blanco por si dramatismo.«Ni siquiera esta visible el embarazo, ¿por qué se tocaba el vie
La noche cayó sobre el Reino de Aire como una caricia suave. Pero para Dayleen, la oscuridad nunca traía descanso. Había pasado el día en silencio, empacando sus cosas, preparando lo necesario para partir al Imperio Real de Aryndell. Xavier no había regresado como había prometido. Estaba lidiando con la noticia del cachorro de Nür, con sus soldados, con sus deberes. Y ella… tenía que seguir adelante con o sin él. No iba a esperarlo, necesitaba demostrarse así misma que podía ser fuerte e independiente. Fingía que no le dolía. Fingía que no se moría por dentro. Tenía que eclipsar todos sus sentimientos y perseverar para dar la imagen que quería dar: una Guardiana poderosa lista para cumplir con su misión. Ese día se acostó temprano. No habló con Annika sobre cosas más que estrictamente necesarias, dejo a un lado hablar sobre su "crisis romántica". No escuchó el viento como normalmente hacia, se sentía arrullada por sus suaves ventiscas amistosas. Era una entidad viva e incorpor
En la sala de guerra de la manada de Fuego, Sebastián repasaba informes con el ceño fruncido. La frontera seguía reforzándose con piedras embuidas de sangre y magia, construían estructuras defensivas... el muro que los separaba de Tierra ya se alzaba como una advertencia. No estaban dispuestos a ceder si ellos tampoco lo hacían. Si en Fuego sufrían, también ahí lo harían. Pronto llegaría la temporada de nacimientos y el calor de sus orbes de luz era esencial para su crecimiento. Todas las manadas inclinaban la cabeza ante ellos solo por eso, la supervivencia de sus cachorros era vital. Pero esa mañana… algo cambió. Lo sintió tan de repente que respingo con sorpresa y el pergamino se le cayó de entre las manos. Aunque todas las manadas estaban modernizandose con la tecnología de los humanos, todavía usan cosas antiguas como los pergaminos, podían manipularlos con magia y evitar que el enemigo (o los chismosos) lean información confidencial. Lo volvió a sentir, entonces lo identi
Dayleen llevaba dos días intentando mantenerse firme. No hablar del embarazo. No llorar por Xavier. No permitir que la marca en su cuello ardiera cada vez que lo sentía a lo lejos, encerrado en su silencio.La mañana siguiente a la llegada del soldado, Xavier partió a la manada de Agua. Intento despedirse de ella, pero no se lo permitió. Pese a que tocó su puerta más veces de las que podía contar, no le abrió y finalmente él se marcho.«Cuando regrese, espero que podamos tener una conversación civilizada. Eres la mujer que tiene mi corazón, no dejemos que esto nos separe. Espérame, volveré», había dicho detrás de la madera. Annika se convirtió en su sombra. La ayudaba a prepararse, la acompañaba a las reuniones, le ofrecía distracciones pequeñas, como si eso pudiera detener el desangramiento emocional que sufría por dentro. —Él sigue siendo tu mate —le recordó en voz baja—. Estás marcada. Su alma no podrá huir de la tuya, aunque lo intente. Y él te ama a ti, eres su alma gemela. Lo
El silencio se volvió tan espeso que ni el viento se atrevió a mover una hoja. Xavier no se movía. Las palabras del soldado seguían rebotando en su mente, como un eco que se repetía una y otra vez sin darle tregua. "Su concubina Nür… lleva en su vientre a su cachorro". Dayleen lo miraba en silencio, con los ojos llenos de acusación. Esperaba una respuesta, aunque fuera una negación. Algo que le hiciera ver que eso no era verdad. Pero Xavier cerró los ojos. Y llamó a su lobo. “¿Es cierto?” Por un segundo, no hubo respuesta. Y luego, una oleada cálida, suave, como un corazón latiendo muy lejos… llegó a él. «Sí. Creo que puedo sentir algo», respondió con sorpresa. El alma de su cachorro. «Parece que la concubina está embarazada. Y siento un ligero vínculo con el cachorro, aunque eso debería ser posible. ¿No crees? Es muy pronto para sentirlo», sonaba confundido.Frunció el ceño. Eso era cierto, apenas tenía menos de dos semanas que sucedió el encuentro. ¿Cómo es posible que sin
En la manada de Agua, Nür se encontraba en la sala de estar de las concubinas, rodeada por las otras mujeres del Alfa. En total, eran doce mujeres: tres concubinas principales y nueve concubinas secundarias. Las había mandado a llamar porque tenía un anuncio muy importante que hacerles, y porque no podía aguantar más la espera para reclamar el lugar que le correspondían a ella y a su cachorro. Todo iba a cambiar con las noticias que les daría Ellas se miraron confundidas mientras Nür caminaba hasta el frente con su vestido largo ceremonial, era el vestido digno de una emperatriz, de una Luna. Camino con gracia y elegancia sosteniendo sus manos hacia el frente como había visto a la madre de Xavier hacer. Aquello no pasó por alto por las demás, que entrecerraron los ojos con sospecha. —Gracias por venir, mis queridas compañeras de harén. Las he mandado a llamar porque tengo una noticia muy importante que hacerles y que le compete a toda la manada —las miro, una por una con una so
Habían pasado varios días desde que Dayleen vio a su madre en el Espejo del Aire. Días enteros donde su mente flotaba entre la realidad y las visiones que la diosa le imponía con cruel deleite. A veces, todo parecía normal. Conversaba con Xavier, conocía a su familia, compartía momentos de paz en la lujosa mansión que les habían otorgado como huéspedes. La manada del Aire era hospitalario, rico en cultura y energía espiritual. Los ancianos la admiraban, los niños le ofrecían flores, y la paz que reinaba en el lugar le hacía sentirse cómoda. Pero en las noches… su mente no le pertenecía. La diosa de la lujuria sabía cómo infiltrarse, cómo retorcer los recuerdos, cómo mezclar verdad con mentira hasta quebrar la cordura. Por más que intentaba bloquear sus intromisiones, no tenía control sobre sus poderes. Aun así, Xavier permanecía a su lado. Notaba sus silencios, sus temblores, los ojos brillantes que no eran por emoción, sino por la tormenta interior. Pero no la presionaba. S
La manada de Fuego estaba silenciosa. Demasiado para lo acostumbrado. Solían hacer fiestas, reuniones y ritos, pero la manada se había vertido en su tarea más reciente con fiereza. Desde la construcción del muro, los ánimos se habían endurecido. Los obreros trabajaban sin descanso, día y noche, erigiendo piedra sobre piedra como si el mundo se fuera a quebrar en cualquier momento. Sebastián observaba todo desde lo alto de la torre de vigilancia más antigua. El calor no le molestaba, pero el vacío sí. Dayleen no estaba. Su lobo se volvía más frenético conforme pasaba el tiempo, saber que alguien más marcó a su mate lo enloqueció de ira. Quería desgarrarle el cuello al intruso. Y por desgracia, Sebastián lo sentía todo. Cada minuto. Cada respiración que no la tenía cerca era una tortura más. Las emociones de su lobo comenzaban a pasarle factura, incluso le daba la sensación de que él mismo estaba furioso, herido. ¿Cómo podía sentir tanto y al mismo tiempo nada por aquella mujer
Dayleen no durmió esa noche. No del todo. El Espejo del Aire, las palabras de su madre, el toque de esa espía sobre Xavier… todo se mezclaba como veneno en su pecho. Su cuerpo estaba agotado, pero su mente ardía. Y cuando por fin el sueño la atrapó, no fue para darle descanso. Fue para atormentarla. El sueño comenzó con susurros. Voces femeninas, risas entrecortadas. Aromas dulces y pesados, como flores podridas. Un calor húmedo envolvió su cuerpo. La niebla se abrió ante sus ojos. Y ahí estaba Xavier. Desnudo. Su cuerpo gloriosamente pecaminoso estaba expuesto al ojo público, público femenino. Tendido sobre una cama gigante que tenía una base de piedra bañada por luz de luna, rodeado por cuerpos de mujeres. Su piel brillaba de sudor. Sus ojos estaban enrojecidos por el deseo.Esa era la habitación de las concubinas. Reconocía esa cama, era precisamente para que pudiera hacer un montón de "cosas", como las que estaba apunto de presenciar. Una a una, las mujeres lo acariciaban