Capítulo 89 — Cómo te brillan los ojos
Narrador:
Diego no soltaba aún la mano de Mateo, como si quisiera asegurarse de que no era un extraño peligroso. Mateo, con un guiño rápido, inclinó la cabeza y susurró:
—¿Sabes? Creo que ya eres más valiente que yo. Yo lloré como un montón la última vez que me raspé la rodilla. —Se señaló la pierna, exagerando la mueca de dolor.
Diego lo miró sorprendido, y luego soltó una risita breve.
—¿En serio?
—En serio. —Mateo levantó la mano como si jurara —Te juro que me tuvieron que poner una curita con dibujitos… y todavía la conservo porque era de superhéroes.
El niño soltó una carcajada más abierta, limpiándose con el dorso de la mano las lágrimas que quedaban. Dinorah lo miraba en silencio, con el gesto blando, incapaz de ocultar el alivio que le producía ver a su hijo reír de nuevo. Mateo se volvió entonces hacia la madre de Dinorah, que permanecía de pie, con los brazos cruzados, evaluándolo con esos ojos que atravesaban hasta la médula. Él, le