Capítulo 103 —Dios… parezco un cadáver
Narrador:
El silencio al otro lado de la línea parecía eterno. Sofía tragó saliva, cerró los ojos y, con un hilo de voz, apenas logró susurrar:
—Renzo…
Al escucharla, él se quedó helado. La sangre se le congeló en las venas. Instintivamente bajó la mirada: en su mano tenía la libreta cerrada, como si el objeto mismo le recordara que la verdad ya no tenía dónde esconderse. Él la había leído cientos de veces en esos días, encontrado siempre un detalle nuevo, algo más para quebrar su corazón.
—Van… —empezó a decir, casi automático, pero se corrigió enseguida, la voz temblando entre incredulidad y desgarro —Sofía… ¿eres tú? —El aire se quebró entre ambos, cargado de todo lo que nunca habían dicho. El silencio se prolongó. Sofía apretó el móvil contra su oído, pero no dijo nada. Solo respiraba, temblando. Renzo frunció el ceño, el corazón latiéndole como un martillo. —Sofía… —insistió, con un tono entre súplica y desesperación —¿Eres tú?
Ella dejó esc