— la señora Leah Sheffield está ansiosa por recuperar su libertad y devolverle la suya. Supongo que esto le dará lo que siempre soñó, la unión con la reciente divorciada: Serena Woods —El abogado remarcó las últimas palabras, haciendo alusión a la que había sido una indiscreción frente a la prensa. —¿Qué sucede si me niego a firmar? ... Para Frederick Sheffiel, aquella frase que tantas veces escuchó se hizo más real que nunca: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde... Él, quien era llamado el playboy indomable, se vio sumergido en un completo caos de emociones, celos y necesidad al recibir la demanda de divorcio de su esposa Leah Koch después de aparentar ante los medios durante cinco años ser la pareja perfecta. Sin embargo, Leah, aunque reconocida como una mujer fuerte en el mundo de los negocios, no tendrá las cosas tan fáciles para volver a ser una mujer soltera. Frederick quiere algo a cambio de firmar la demanda, quiere un heredero...
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Salí del avión a toda pastilla. Ni siquiera sabía por qué había asistido a ese congreso. La verdad era que odiaba aquellos sitios. Las relaciones públicas eran lo de Frederick. Aunque nadie más que yo podía hablar de los beneficios del Touch 6 y de la proyección que había tenido en preventa, llegando por primera vez en la historia de Koch Tecnología a los setenta y cinco millones de dólares. Un trabajo conjunto que realizamos con el equipo de ingenieros en sistemas, programadores, marketing y ventas. Aunque como responsable del área de producto era la cara visible.
Tenía que cambiar a otro vuelo. De inmediato.
Puerta cinco. Puerta cinco… Busqué con la mirada mientras me acomodaba la montura de los anteojos.
Corrí entre la multitud, sostuve el bolso contra el pecho y recé por no tropezarme con algún turista desprevenido o alguna joven somnolienta.
—¡Disculpe! ¿Disculpe?—Me abrí camino a empujones por la cinta deslizadora y dejé atrás la zona de los restaurantes.
Le había prometido a Frederick estar a las nueve en el restaurante donde solíamos reunirnos a cenar, cuando él creía que se estaba pasando de la línea y necesitaba compensarme. Nos habíamos casado hacía casi cinco años, aunque no éramos exactamente una pareja enamorada. Éramos por decirlo de alguna forma un excelente equipo de trabajo y algo así como amigos. Claro que para los medios nos esforzábamos por proyectar la imagen de pareja enamorada y perfecta.
Nuestro matrimonio fue parte de un acuerdo, mis padres deseaban desesperadamente pertenecer a una clase social que no pertenecíamos, porque los emprendedores eran vistos como nuevos ricos, muy por debajo de las mejores familias y su familia necesitaba la fortuna que los títulos no les podían brindar. Frederick debió hacerse cargo de las deudas familiares, su madre y hermanos, luego que su padre murió sin dejarles un centavo.
Entonces en un abrir y cerrar de ojos me vi arrastrando a un hombre al altar que estaba locamente enamorado de otra. Una joven más bella, elegante y carismática. Una que no era una ratita de biblioteca que pasaba de fiestas y disfrutaba de pasarse horas leyendo.
Seguí corriendo, pensando en que mi padre me pararía los pies por no haber tomado unos de sus aviones privados, esos que me hacían sentir snob a rabiar y detestaba. En realidad odiaba llamar la atención, lo que es difícil cuando eres la heredera de una fortuna incalculable.
Cuando me estaba acercando al ala E, perdí el equilibrio y tropecé con lo que parecía ser el pie de alguien.
Durante un segundo, pude ver todo lo que iba a ocurrir en cámara lenta y vívida.
Mi bolso salió volando por los aires y mis anteojos cayeron como en una secuencia de terror antes de…
Antes de él.
—Ehhh.—Un par de manos fuertes me agarraron de la cintura por detrás—. No tan rápida belleza. ¿Estás bien?
Tomó los anteojos en el aire con una habilidad sorprendente.
Me quedé mirando hacia abajo con la nariz a unos centímetros del piso, hasta que mi salvador me levantó suavemente y me colocó los anteojos con delicadeza.
Tardé unos segundos en volver a la realidad, entre la confusión de la caída, ese pie que se atravesó casi a propósito y aquella voz un poco ronca y sensual que me sonaba realmente familiar.
Me tomé mi tiempo para superar el altercado, levantarme y girarme. Entonces cuando recogí el bolso y me incorporé, me encontré de frente con un hombre que no veía desde la universidad.
Vestido con unos vaqueros y una camisa celeste clara que se ajustaba perfectamente a unos músculos mucho más definidos que años atrás, también era mucho más alto de lo que recordaba. Llevaba el pelo rubio, oscuro, corto, sus labios definidos seguían siendo tan tentadores como en mis fantasías.
Los recuerdos me inundaron uno a uno haciéndome dibujar una sonrisa tonta. Él era el clásico chico guapura que disfrutaba de cierta popularidad, las chicas se morían por llamar su atención, se peleaban por ser su compañera de estudio y muchas habrían vendido a su madre por pasar una noche en el cuarto de residencia con Travis. No obstante, por alguna razón él me elegía a mí para todas aquellas actividades. Parecía no tener ojos para nadie más a pesar de que no era tan linda como sus admiradoras.
¡Santos logaritmos! Si era Dani Travis.
—¿Dani Travis? —pregunté asombrada.
—Leah Koch… ¡no puede ser! —Me regaló una sonrisa perfecta —. Nunca creí que volveríamos a encontrarnos, no puedo creer lo perfecta que luces… Estoy impactado y feliz de verte.
Me sonrojé, y nos quedamos mirándonos como un par de idiotas antes que alguno de los dos rompiese el silencio.
—¿Puedo preguntarte a donde ibas tan deprisa?—Volvió a sonreír y el aeropuerto se iluminó un poco más.
—Llegó tarde a tomar mi siguiente vuelo. —Dije de forma atropellada. —Mi padre insiste con que tomé un avión privado, pero la realidad es que no me gusta, esto de correr por el aeropuerto tiene su encanto y quede para cenar con…—Me detuve en seco antes de decirlo, por algún motivo por primera vez no quería decirlo.
Colocó una mano en mi frente e hizo que cada una de mis extremidades nerviosas enloquecieran con su contacto.
—Ya… entiendo —dijo mirando mi anillo—¿Te llamo a un médico? ¿Te golpeaste?
—No. —No podía pensar con claridad, todo en él era perfecto—. Me encuentro como nunca antes, de salud, por supuesto. Quiero decir que estoy en perfecto estado de salud.
Me apresuré a aclarar nerviosa.
—Por supuesto —Se rio y quitó la mano—. ¿Adónde vas?
—A Nueva York.
—¿De verdad? —Se cruzó de brazos—. ¿Vas a visitar a alguien allí?
—No, vivo allí.
—¿Qué? —Parecía asombrado—. Siempre dijiste que odiabas vivir en un lugar con tantas luces y gente. Yo estoy en proceso de mudarme allí de manera permanente. Bueno, voy y vengo de California para ir llevando mis cosas.
Desvié la mirada a su mano izquierda, donde debería haber habido un anillo de boda, pero no había nada.
Ni siquiera tenía la marca de haber llevado uno. ¿Daniel, no se había casado? Casi comienzo a dar brinquitos tontos de alegría.
—Nunca halle a la chica ideal si soy sincero —dijo, leyéndome la mente—. No después de creer haber encontrado la indicada, pero darme cuenta de que estaba colada por alguien más. Ya sabes, lo de los amores no correspondidos se me da bien.
A mí también, quise decir. Aunque no dije nada.
—Lo lamento mucho.
—No lo lamentes. —Me miró de arriba abajo—. Nunca es tarde para volver a intentarlo.
Se hizo un silencio y le regalé una sonrisa tímida. Nunca fui buena pescando indirectas. Aunque si era buena sonrojándome.
—Atención, pasajeros que van a tomar el vuelo 2004 al aeropuerto internacional de San Diego: la puerta C-7 se va a cerrar en quince minutos.
—Ese es mi vuelo —dijo, suspirando—. Dentro de un mes tendré la fiesta de apertura de mi empresa, quizás podrías venir. Tu esposo estaría invitado. —continuó —. Me encantaría verte allí. Si estás interesada en verme, claro. También me gustaría conocer al afortunado hombre que te sacó del mercado y odie durante mucho tiempo.
¿Estaba coqueteando? Argg… Por qué era tan mala para discernir la amabilidad del coqueteo. Un momento…
—¿Cómo? —Quería saber si no había inventado la última frase.
—Si quieres venir, me encantaría verte allí y conocer a tu marido—Sonrió—. ¿Qué crees que dije?
No le respondí. Sin embargo, quería que dijera que iba a sacarme de mi rutina, llevarme en su caballo blanco y foll@rme hasta perder el sentido. Aunque probablemente primero debería quitarme las musarañas.
—Me gustaría mucho.
—Genial. —Se metió la mano en el bolsillo—. Mierd@. Me he dejado el móvil en la puerta de embarque. ¿Puedo darte mi número?
Asentí y me saqué el móvil del bolsillo. Desbloqueé la pantalla, y vibró unas cuantas veces antes de apagarse completamente.
Se rio nervioso.
—Puede que debamos encontrarnos nuevamente dentro de cinco años.
—Sí, sospecho que deberíamos ver si simplemente nos volvemos a encontrar—bromeé bastante decepcionada —. Como una ruleta rusa.
—Espero que no estés hablando, enserió. — Sacó un bolígrafo de su bolsillo. —Lo haremos a la antigua. ¿Tienes algo en lo que anotar? —Recordé que tenía un paquete de Kleenex y saqué uno del bolso, él lo tomó con una sonrisa espléndida —. Llámame cuando no estés ocupada y confirmaremos tu asistencia.
—Perfecto. —Dije con una sonrisa boba que no podría sacarme durante el resto del día.
Hola, amigos!! Pasaba por aquí a contarles que mi nueva novela " Amor mío, te detesto" está disponible con un adelanto de tres capítulos gratuitos. El lunes comenzaré con las actualizaciones y me encantaría que la agreguen a su biblioteca si es que les gusta la novela. Les adelanto que es una de esas historia donde los protagonistas se aman y se odian en igual medida. Que les digo, los tropes de Enimens to lovers me encantan. Por eso me muero de ganas de que conozcan más a Cameron y Tessa, les guste todo lo que se viene y vivan con ellos cada momento en su historia de amor. Empieza una nueva aventura y me emocionaria mucho verlas por allí. ¿Listas para enamorarse?
Hola amigos...Si estás leyendo esto es porque llegaste al final de este libro y realmente no tengo palabras para agradecerte que hayas sido parte de esta historia, que me hayas apoyado con un comentario o simplemente invirtiendo tu tiempo o dinero en cada uno de los capítulos de esta historia sobre el amor, la amistad y la familia. Muchas gracias de corazón, no tienen una idea de lo feliz que me hacen, de lo acompañada que me hicieron sentir, por lo que creo, que lo correcto es dedicárselo a ustedes que son parte de cada palabra que se encuentra escrita en estás páginas. La historia está dedicada para los que sintieron latir el corazón más fuerte cuando ellos se amaban con cada mirada, los que se enojaron con algún personaje o incluso conmigo. Los adoró, de verdad y los guardo en mi corazón... Aquí va mi dedicatoria: Le dedico este libro a las estrellas que aún mantienen su luz oculta, a las que esperan compartir esa luz con alguien que los haga tocar el cielo con las manos y a
Collins18 años…Acaricie la cabeza de Hércules que se encontraba acostado al costado de mi cama, se veía viejo y cansado. Esperaba que no me extrañase tanto como me temía y que las gemelas lo tratasen con cuidado. Sabía que papá lo sacaría a hacer ejercicio, además de que mamá se encargaría de todo lo que necesitaba. Aun así era doloroso despedirme. Todo estaba tomando su lugar, Eloise había ingresado a medicina, Sheldon finalmente luego de lo ocurrido, entendió que necesitaba enfocarse en lo que quería para los siguientes años, fuese lo que fuese. Porque había mucho más en el mundo que mujeres de una noche y fiestas. Para sorpresa de todos decidió que estudiaría administración de empresas en California, porque quería llenar el espacio que había dejado nuestro abuelo en la empresa familiar. En cuanto a mí, me iría al día siguiente. Me ofrecieron realizar un curso de verano que difícilmente podía declinar, por lo que los últimos meses que esperaba pasar con mi familia se transforma
SheldonCasi 18 años…Bajé en puntillas las escaleras para evitar despertar a mis padres. No quería volver a discutir con ellos sobre lo que era bueno para mi futuro, pero tampoco quería perderme la fiesta de Landon. Realmente me importaba una mierda el futuro, no quería ir a ninguna de las universidades que esperaban mi respuesta, porque ni siquiera estaba seguro de poder soportar tres años jugando al básquet. Me detuve en la sala para colocarme las zapatillas y luego buscaría las llaves del Aston Martin de mis padres en la mesilla del recibidor, aunque bien podía ser otro. Ni siquiera entendía porque todos estaban tan ansiosos por lo que nos depararía el futuro o sobre a qué universidad asistir, cuando ni siquiera necesitábamos estudiar, ya éramos inmensamente ricos. Con nuestro fideicomiso, probablemente podríamos comprar un par de títulos en sus brillantes marcos de oro. Papá no había ido a la universidad y no podía decirse que le fue mal, sino todo lo contrario. Busqué en el
EloiseCasi 18 años…Miré a Collins con deseos de matarlo, justo cuando vi a mamá entrando a mi habitación con una bandeja de bocadillos y una jarra de limonada. —Mamá, puedes decirle a Collins que estoy haciendo lo que puedo, que hago el mayor esfuerzo posible y que lamento no ser un genio como él. —Le saqué la lengua, para mostrar mi punto. Ella sonrío con dulzura como siempre. No importaba cuan cansada estuviese por el trabajo o cuantos dolores de cabeza le diésemos nosotros o las gemelas siempre estaba de buen humor y creo que en gran parte se debía a que papá siempre estaba allí apoyándola. A pesar de que para ellos no había sido fácil como decía nuestra abue, finalmente formaron una pareja única. Todos los padres de mis amigas estaban divorciados o se llevaban mal a esas alturas, en cambio ellos parecían cada vez más unidos. Sin duda, me habían dejado la vara muy alta a la hora de escoger quien sería la persona a la que finalmente le entregaría mi corazón. Nunca había tenido
SheldonCatorce añosAlice, podía ser hermosa, además de popular. Pero estaba muy equivocada si creía que lograría meterse con mi hermana y salirse con la suya. Nadie se pasaba de listo con uno de los tres mosqueteros y se iba de rositas. Ya Collins y Eloise me lo habían contado todo con lujo de detalles, por lo que me sentí enfermo de solo pensar que ella era mi cita. Mi primer beso no iba a ser con la perra de primera categoría, ni en sueños. Me arrepentía de no haber besado en el campamento de verano a Tina, tenía frenos, pero era divertida, buena y hacia que sintiera cosquillas en el estómago. Como fuese, eso podía esperar, ahora tenía el deber de defender a la tercera mosquetera. Aquello de emboscar a mi hermana a la salida de los sanitarios, golpearla y humillarla, no sería ni la mitad de doloroso de lo que le iba a pasar. Habíamos elaborado un plan, como en los viejos tiempos cuando apenas si nos sabíamos atar los cordones. Bueno puede que Collins supiese mucho más que eso, p
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