Gala sabía que todo lo que Alana le dijera de ahora en adelante no era simplemente la confianza de amigas que pudiesen tener, era más que eso, Alana estaba apelando a su lado profesional, y Gala se sintió útil, de la misma forma en la que Benjamín lo hacía cuando se lo consultaba con algun tema referente a lo legal y, es que por más que ellos fuesen seres sobrenaturales, vivían entre humanos, debían apegarse a las leyes del hombre y aunque fuesen dotados de ciertos “poderes” ellos sabían mejor que nadie que habían cosas que no podían controlar, como por ejemplo de ir a hablar con un psicólogo, en ese sentido, ellos estaban desprotegidos, y esa era la razón por la que Gala se había obstinado a estudiar dicha carrera.
— Yo, no les fui honesta. — comenzó a decir en la soledad del parque, donde únicamente Gala y ella aún permanecían, pues las clases habían comenzado. — Aunque debo reconocer que mi vida fue buena, o al menos mi niñez, se supone que soy la única hija de los Leroy, mi padre