Alana daba vuelta de un lado a otro, se habían acostado a una hora prudente para una persona que trabaja y una que va a la Universidad y, si bien había caído en un sueño profundo apenas sus cabezas habían tocado la almohada, la joven loba se había despertado, tenía calor, por lo que se destapó, pero luego le dio frío y se cubrió, para cinco segundos después volverá a destaparse, aunque esta vez solo fueron las piernas, pero esa acción tampoco era cómoda, por lo que volvió a girar.
—Alana si sigues moviéndote así, en vez de una loba creeré que eres una gatita. — dijo a un medio dormido Osiel.
—Lo siento. — murmuro la joven, pero volvió a girar colocando sin desearlo, su rodilla sobre el pene de Osiel, descubriendo que estaba duro.
—Alana, mañana tienes clases. — le recordó el Alpha al sentir cómo su luna apretaba la rodilla contra su pene.
—Sí, lo sé. — aseguró la pelirroja, quitando la rodilla de ese lugar, pero tres segundos después colocó su mano.
—Alana, debes descansar. — dijo Osi