— ¿Y Heather? –preguntó Georgina, asomándose a su habitación, que estaba vacía y pulcramente arreglada.
—Salió temprano, señora –contestó la joven que miraba en derredor preguntándose qué hacer, ya que la señorita había hecho la limpieza en vez de ella.
— ¿Madrugó?
—Eso parece.
—Heather nunca madruga. ¿Sabes a dónde fue?
—Ni idea, señora. Pero fue con John.
—Ah, bueno –Georgina salió un poco extrañada. No era normal que su hija madrugara tanto. ¡Apenas eran las siete de l