Después de vivir ochenta años lamentando haber perdido el gran amor de su juventud, Samantha Jones, una anciana a la que sus vecinos adoran, fallece. Pero los hados han decidido darle una segunda oportunidad, y luego de un extraño paseo por el más allá, despierta en el cuerpo de una heredera de 23 años, más hermosa de lo que jamás pensó que una mujer podía ser, y prometida a un millonario que la mira con escepticismo y desconfianza.
Leer másEstoy aburrida –dijo la voz con pereza—. No hay nada qué hacer aquí. Ver a las hormiguitas deambular de un lado a otro no es divertido.
No son hormiguitas –dijo Él—. Son seres humanos.
Igual. Estoy aburrida.
Hubo un silencio en la expansión. Él, con su poder, agitó el aire, y delante de ambos, en medio de la nada, apareció la imagen difusa, como entre una bruma, de una niña que, con sus ojos cerrados y con un rostro inexpresivo, iba girando lentamente en medio de ellos para mostrar todos sus ángulos. Esa niña pronto se convirtió en adolescente, luego en adulta, y, por último, en una anciana; moría y otra tomaba su lugar, su espacio en el mundo. Todo un ciclo de vida pasando en lo que dura un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos. Los humanos podían ser bastante patéticos a veces, pensó, y, sin embargo, eran también el motivo de todo.
¿Qué quieres que haga con eso? –dijo la primera voz, mirando con curiosidad la imagen que se volvía a formar. Esta niña que se mostraba aquí podía ser cualquiera allá abajo, pensó.
Diviértete—. ¿Divertirse? Se preguntó. ¿Le estaban dando un juguete o algo así? Miró fijamente a la niña y una sonrisa asomó. Eso le encantaba.
¿Tengo reglas para ello?
No. Tú las pones todas, o casi.
¿De veras? ¿Tanta libertad me das?
Es una prueba.
¿Y si lo hago mal?
Conviene que no sea así, porque es ella quien lo pagará.
¿Y si lo hago bien?
Se te compensará.
¿Con qué? –le preguntó—. Vivo en la eternidad, no sufro ni de hambre, ni de frío, ni de desnudez; no hay nada que me puedas ofrecer que me llame la atención—. Él dejó fluir una energía que le hizo entender que aquello era totalmente errado, y que le hizo cambiar de parecer al instante—. Está bien, está bien –dijo, con una sonrisa—. Ya mismo me ocupo –miró la imagen, y he aquí otra vez una niña con rasgos no demasiado llamativos, y que volvía a nacer, volvía a ser adolescente, adulta, anciana…
Era hora de jugar con ciertos seres humanos a ser todopoderoso; no todos los días se presentaba esa oportunidad.
¡Caray! –dijo, y otra vez apareció la sonrisa de expectación—. Necesitaré poder.
Lo tienes.
Cuando a Phillip le dijeron que su esposa estaba fuera de sus oficinas y quería hablar con él, se extrañó. Le pidió a su secretaria que la hiciera pasar inmediatamente; Georgina nunca iba a su lugar de trabajo, y si estaba aquí, era porque sucedía algo grave o tan importante que no podía ser tratado por teléfono. Sus sospechas se acentuaron cuando la vio entrar pálida y con mirada nerviosa. Casi corrió a ella para preguntarle qué pasaba. Georgina lo abrazó llorando. — ¿Qué tienes, mujer? ¡Qué pasa! –preguntó él—. Dime algo, que me tienes con el corazón en un puño. — ¡Lo siento tanto! — ¿Qué sientes? — ¡Es mi culpa! — ¡¿Qué cosa?! –la separó
Una enfermera entró cuando ya era hora de retirarle a Raphael la intravenosa, pero lo que encontró la sorprendió y la enterneció a partes iguales. Raphael y Heather dormían en la misma camilla, abrazados y agotados. Él tenía cuidado de no lastimarla, y ella de no obstruir con su abrazo el paso de la intravenosa. Entró sigilosamente, y sin hacer ruido, aprovechó para poner la otra bolsa de suero a Raphael, que, de haber estado despierto, se habría opuesto.Luego buscó una sábana y los cubrió con ella. No era muy ortodoxo que dos durmieran sobre una camilla, pero por una noche no estaba mal, además, sabía que sería difícil separarlos, y aquello sólo conseguiría interrumpir su descanso, que tanto necesitaban. Apagó
Raphael aún no se lo creía. Tal vez aquello era un sueño, no una pesadilla. Un sueño hermoso, donde recuperaba al amor de su vida, y todo era perfecto.Pensó entonces que, si aquello era un sueño, lo viviría al máximo, tal como había hecho Samantha cuando despertó en el cuerpo joven de Heather. Sonrió al pensar eso.Besó suavemente sus mejillas y buscó su boca para adueñarse de ella. Lamió sus labios con delicadeza, y el beso poco a poco fue cobrando fuerza. Eran dos semanas sin besos, dos eternas semanas. Quiso enredar su mano en sus cabellos, como solía hacer, pero entonces sintió la venda, y todo su cuerpo se enfrió súbitamente. Su novia estaba herida, por esta vez, tendría que contenerse.
— ¡Eres tú! –dijo Tess cuando al fin sus lágrimas pararon—. Deja de morirte, ¿quieres? ¡Te he despedido dos veces! ¡Qué mala amiga eres, de verdad! –Heather se echó a reír.—Ya, procuraré a la próxima morirme después de ti y no antes, para no hacerte pasar por esto otra vez—. Tess se sentó a su lado en la camilla, mirándola fijamente, estudiándola.—Te veo más linda que antes.—Gracias.— ¿Por qué estás aquí? Tu cuerpo ya…—Estoy aquí, porque aquí será a donde pertenezca de ahora en adelante.<
Phillip miraba a Georgina sostenerle la mano a Heather, quien permanecía dormida. Los doctores aseguraban que en cualquier momento despertaría, y ellos estaban allí esperando.Había sido difícil ver a su esposa tan angustiada por su hija, todos los días preguntándose si despertaría algún día. A veces les parecía que habían estado allí toda la eternidad, esperando a que su hija reaccionara; la espera se hacía demasiado larga.Esa mañana no era diferente, pero ahora había una esperanza: ella había despertado ayer en la tarde, y según Adam Ellington, incluso había hablado con él.—¿Crees que no te haya reconocido? –Le había preguntado Georgina&mdas
— ¿Georgina? –saludó Phillip a su mujer contestando a su teléfono.— ¡Ha despertado, Phillip! –Exclamó Georgina en cuanto escuchó la voz de su marido— ¡Heather ha despertado! —Phillip se quedó quieto en los pasillos de Branagan Enterprises. No dijo nada por espacio de un minuto, y Georgina lo que hizo fue explicar lo sucedido—. Hice que Tess viniera a verla, le pedí que le hablara, y no llevaba ni diez minutos dentro cuando salió para avisar a los médicos. También Adam lo vio, dice que abrió los ojos y le habló.— ¿Le habló? –Dijo por fin Phillip—. ¿Qué le dijo?—Le&h
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