Desesperación de una loba acorralada.
Isaías, acababa de terminar una reunión importante con sus hombres. Y con Zoe en sus pensamientos se dirigió al calabozo donde tenía al prisionero capturado y a Ross la criada de Kira. Decidió que era hora de enfrentarse a ellos y ordenó a sus subordinados que llevaran a los prisioneros ante él.
En la sala de interrogatorios, Isaías se sentó en una silla mientras observaba a sus cautivos arrodillados frente a él y el hombre, aún se mostraba con cierta arrogancia
—¿Sigues exigiendo tu muerte? — preguntó Isaías, quien se levantó de su silla y se acercó al individuo que estaba arrodillado a su lado, pero él seguía desafiante y no mostraba señales de arrepentimiento.
—Sí—, respondió él con una mirada desafiante.
Isaías suspiró.
—No me gusta matar a mi propia gente, pero si eso es lo que quieres… —Isaías se detuvo de repente y lo miró con una sonrisa malévola.
Por otro lado, Ross parecía débil y exhausta, ya que llevaba días sin comer.
—¿Hay algo en este hombre que te resulte familiar?