Un suspiro de paz.

El ataque de los vampiros solo fue una distracción para que los soldados de Jared abandonaran sus puestos para enfrentar el peligro, dándole la oportunidad a Isaías, quien llegó justo en el momento en que la batalla se desataba; iba directo a proteger a su luna cuando el beta se interpuso en su camino.

—Sabía que esa mujer estaba ocultando algo— escupió el beta furioso viendo como Zoe los tomó desprevenidos.

—¿La admira?, lo sé, mi luna es asombrosa— fanfarroneó Isaías sin dejar de observar a Zoe, pues temía a que Jared pudiera dañarla, así que dejó las palabrerías y con rapidez se enfrentó al beta real con movimientos precisos y mortales.

Por otro lado, Alezna y su hermano se dirigieron a los calabozos para liberar a los guerreros apresados.

El calabozo estaba oscuro y húmedo, y el sonido de la lucha en la distancia resonaba a través de las paredes de piedra.

Stuart sonrió emocionado cuando vio a su amada, Alezna abriendo la cerradura de su celda.

—¿Estás bien, mi amor?—, preguntó
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