capítulo 104 Un poco de paz
No sólo Federico había visto las fotos de Lizzy con Adrián. Pablo también las vio.

Y en ese momento, tomó una decisión definitiva: volvería, pero no como el niño bueno, el amigo paciente, el joven correcto. Ese papel no le había servido de nada. Esta vez sería distinto. Sería inteligente. Sutil. Determinado.

Ver a Elizabeth tan bella, en brazos de otro hombre, desató dentro de él una furia que llevaba tiempo dormida. Dominado por los celos, decidió no esperar más. Ningún otro hombre vendría a arrebatarle a la mujer que, en su mente, le pertenecía por derecho.

Estaba terminando de organizar su regreso cuando sonó el teléfono. Era Lucía.

— Qué extraño que me llames —respondió con arrogancia—. Últimamente, si no te llamo yo, ni te acuerdas de que tienes un hermano.

Lucía revoleó los ojos. Justamente por eso no lo llamaba. Pablo estaba imposible.

—Bueno, te estoy llamando y arrancas con los reclamos —resopló—. ¿Cuándo vas a tener un buen día?

Pablo sonrió con cinismo.

— Cuando Elizabeth de
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