La noche que había pasado con Adrián le había renovado las fuerzas. A diferencia de lo que todos creían, Elizabeth no sentía ningún tipo de interés romántico por él. Era algo distinto, más bien espiritual, una de esas conexiones que se dan una vez en la vida, sin razón aparente.
Adrián había llegado para ser un respiro, una bocanada de aire en medio de tanta confusión. Con él podía hablar de todo sin miedo a ser juzgada, sin tener que fingir fortaleza. Descubrió que disfrutaba de su compañía más de lo que imaginaba.
Revisó el celular. Había un mensaje de él.
"Espero que hoy te vaya bien en la consulta médica. Mañana sin falta te veo en clases."
Ella sonrió. Se preparó para salir: Lucía la estaría esperando.
Al bajar, tanto Victoria como Alfonso notaron enseguida el cambio. Su semblante era otro, más sereno, más vital.
—¿Vas a desayunar? —bromeó Alfonso, sorprendido al verla acercarse a la mesa.
Elizabeth se sentó con hambre real por primera vez en días.
Victoria la observó con una sonr