Esteban Valverde estuvo completamente de acuerdo.
—¿Lizzy aceptó a un tipo despreciable como ese, resignó su amor por Pablo, y no vamos a hacer nada? Es lo menos que podemos hacer por ella.
Miró a su madre, con esa seriedad que solo él lograba mantener frente a ella. Era el único que siempre se atrevía a ponerle límites.
—¿Mamá? —la miró fijo—. Me imagino que estarás de acuerdo, ¿no? Nada de contarle esto a tus amigas… ¿entendiste?
Ella asintió, algo dolida.
—Está bien. Sé guardar secretos, ¿quién piensan que soy?
—Viajaremos en nuestros autos. Ya tengo todo preparado —dijo Alfonso, tomando el control nuevamente—. Contraté todo bajo otro nombre. No quiero dejar rastro de nada. Es posible que nos estén vigilando.
Entre tanto drama, Esteban sonrió.
—A Laura le encantará esta historia de espionaje y suspenso.
Todos rieron, aunque por dentro estaban destrozados. Habían acordado no contarle a Lizzy sobre la enfermedad. No estaba en condiciones de saberlo.
—Viajaremos esta misma tarde, si le