El sonido del celular la despertó. Atendió aún medio dormida.
—¿H…ho…hola? —dijo sin mirarlo.
—¿Aún duermes? Veo que los aires marítimos te hacen bien. —La voz de Alfonso sonaba alegre y tranquila.
Se incorporó un poco. Tenía su largo cabello enmarañado y los ojos hinchados.
—¡Oh, sí! Dormí muy bien. —dijo, asombrada.
Alfonso notó que estaba más animada, y eso lo tranquilizó.
—Mercedes me dijo que anoche se quedó contigo.
"A, con qué esas tenemos… cualquier excusa es buena para estos dos. Ahora soy yo," pensó divertida.
—¿Mercedes te ha dicho algo más? —sonrió traviesa—. Parece que ustedes hablan bastante, ¿eh?
Alfonso la escuchaba con atención. Su tono no daba muestras de incomodidad.
—¿Por quién me tomas, niña? ¿Quién te crees que soy?
Elizabeth se echó a reír.
—Eres un ser humano al que le gusta charlar con otro ser, y da la casualidad de que ese ser es maravilloso.
Él cortó la conversación rápidamente, no queriendo profundizar en ese tema.
—Faltan dos días para Navidad, He decidido