Pablo estaba en el jardín, tomando café mientras leía las noticias. Como era de esperarse, también se hablaba de la fastuosa fiesta de cumpleaños de Elizabeth Alvear, la esposa del empresario Federico Alvear. Se detallaban todos los aspectos del evento: la planificación, la decoración, los invitados. Sonrió con amargura.
Al menos se consolaba sabiendo que había logrado estar allí. Sin la astucia de Lucía, jamás lo habría conseguido. Fue ella quien había ideado todo.
En ese preciso momento, su hermana apareció aún en pijama. Lo abrazó por detrás, rodeándole el cuello, y le dio un beso en la mejilla.
—Buenos días, hermanito. Me debes una, ¿lo sabías? —rio con tono sarcástico.
La mucama le acercó jugo y fruta, y Lucía le agradeció con una sonrisa. Luego soltó un suspiro cansado.
—Ojalá eso me alcanzara para ser feliz, pero no… necesito algo más para alejar a Lizzy de ese hombre. La conozco. Mientras siga casada con él, jamás lo engañará ni lo dejará.
Lucía sorbió su jugo, aunque una sombr