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Toco la puerta de mi la casa de mi mejor amigo, con la esperanza de que este. Necesito hablar con alguien.

Un chico vestido solo con una sudadera abre la puerta y me mira con el ceño fruncido.

–Eliza ¿Que haces aquí a estas hora de la madrugada?— pregunta y paso sin permiso.

—El murió Miguel— el me mira y no es necesario que haga nada, ni diga nada. El me jala a sus brazos y me abraza, me abraza tan fuerte, el abrazo que necesitaba—¡El murió Miguel!, ¡El murió y nunca más mi volveré a ver!— sollozo contra su pecho.

—Llora preciosa, llora todo lo que tengas que llorar y no te detengas— acaricia mi cabello— Siempre estaré aquí para ti. Así que llora, desahogate, pegame, gritame y haz todo lo que quieras. Pero hazlo preciosa, no te guardes eso— lo miro con adoración y también con irá. Me imagino la cara de david en él.

—Te odio, te odio, te odio— pego con todas mis fuerzas en su pecho, mientras el aprieta los músculos. Le pego y le pego hasta que mis manos no pueden más. El me mir
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