Un año después:
Todos esperaban por mis palabras. Había pedido a todos que vinieran, porque quería decírselo en persona antes de hacerlo.
—Me iré— trago saliva— Me iré del país.
Todos me miran como si estuviera loca. Pensarían que es una broma o un juego, pero no lo era. Necesitaba irme y dejar de estar aquí. Su ausencia estaba presente en todos lados.
—¿Estas loca liz?—pregunta Sebastián.
—No Sebas, me iré por un tiempo.
—¿Cuanto tiempo?— pregunta mamá.
—No lo sé mama, unos meses, no lo sé, solo necesito irme—cierro los ojos— Necesito paz, tranquilidad mamá y nada va a detenerme. Necesito irme y tratar de superar esto— golpeo mi pecho.
Me iría, me iría con Claris, necesitaba un psicólogo y ella era perfecta. Mi abuela Claris era la mejor psicóloga y con ella me sentía bien. Por lo menos eso creía.
Mamá me abraza y yo me dejo abrazar. Algún día quizás lo supere y pueda estar bien.
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Estaba haciendo mucho frío, el tiempo estaba nublado y el césped estaba húmedo. Había pasado toda