Ya no tenía preocupaciones, así que solo dormía y comía todos los días. Aunque siempre olvidaba muchísimas cosas, pero pasaba cada día muy feliz hasta que un día apareció una mujer.
—¡Patricia! Todo eso es parte de tu plan, ¿verdad? ¿Quieres usar a un hijo para retener a tu hombre? ¡Qué despreciable eres!
La mujer era guapa, pero su actitud conmigo no era nada amable. No quería hablarle, pero ella no paraba de insultarme.
—¡Habla! ¡No te hagas la tonta! Todas las mujeres pueden quedar embarazadas, ¡eso no es nada difícil!
Me lanzó furiosa un informe médico donde decía que una tal Mónica Hernández estaba embarazada. Supuse que era ella, pero no entendía muy bien por qué me lo decía, ya que yo no sería el papá del bebé.
—El bebé que llevas en tu panza y el mío tienen al mismo papá —me dijo.
Me quedé al instante tan sorprendida, mirándola con total confusión.
Soltó una sonrisa burlona y continuó hablando como loca:
—Pero tú te embarazaste antes que yo. ¿Sabes lo que eso significa?
Sentí u