—¿Y qué tipo de disculpa te gustaría? ¿Qué tal así? —dijo Saúl abrazándola cariñoso por los hombros y pasándole un vaso de agua: —¿Ojos por ojos, dientes por dientes?Su intención era clara. Mónica tomó el vaso y, con una sonrisa satisfecha, me lo echó de forma cínica en la cara.El agua ya estaba fría, y al caer sobre mí, sentí mucho frio, a pesar de que había calefacción en la habitación. Mantuve la calma, sin mostrar la incomodidad que ella exhibía. Al parecer, no estaba satisfecha con esto.—¿Parece que se está divirtiendo con esto?Saúl me miró, pero sus palabras eran para Mónica:—¿Ah sí? Pues, si no estás satisfecha o no, puedes echarle más.Durante todos estos años, mi sufrimiento se había convertido simplemente en un juego entre él y sus novias. Les había comprado condones, limpiado las sábanas después de sus furtivos encuentros, y acompañado a varias de ellas a consultas ginecológicas. En total, había hecho todo tipo de cosas absurdas por él.Lo que pasó hoy era solo un trámi
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