—Quiero darte esta pulsera. Después de que muera, tendrás un recuerdo de mí. No te preocupes por eso, ya le advertí a Saúl, si no te trata bien, lo reprenderé en sus sueños —me sonrió con amabilidad la señora.
Desde su muerte, he valorado muchísimo esta pulsera, por lo que noo permito que nadie la toque.
—¿Qué están haciendo?
En medio de mi confusión, escuché una voz familiar. Saúl apareció en ese momento frente a mí. De repente, toda mi fuerza se desvaneció y me acerqué como si fuera una niña que había sufrido una terrible injusticia:
—Saúl, ella me quitó la pulsera. ¿Puedes recuperarla por mí? Es un regalo de tu mamá…
Él me miró en completo silencio, con una expresión tan compleja que no supe cómo describirla. Ya no recuerdo lo que pasó después, solo sé que antes de que pudiera hablar, me desmayé.
***
Al abrir los ojos, enseguida miré el calendario. Era 15 de noviembre.
Cuando desperté, un doctor estaba a mi lado. Recordé que se llamaba Hugo López, un compañero de la universidad y mi