Capítulo 13: Ya no hay vuelta atrás
El portazo no fue solo un ruido seco en medio del silencio, fue una declaración. Un disparo emocional. Rodrigo no esperó a que nadie lo invitara a pasar. No tocó. No anunció su llegada. Simplemente irrumpió, como una tormenta inesperada, arrastrando consigo toda la rabia acumulada y un resentimiento que ya no podía disimular.
—¡Qué lindo reencuentro! —espetó con una sonrisa torcida, venenosa. Su voz temblaba, no de dolor, sino de furia contenida—. ¿No me van a invitar a brindar? ¿O interrumpo algo?
Alejandra se giró con brusquedad. Su corazón latía con fuerza desbocada, pero su rostro se mantuvo firme. Matías se levantó del sofá de inmediato, con una sola intención: protegerla. Su cuerpo se interpuso entre ella y Rodrigo con una rapidez que nacía del instinto.
—¿Qué carajo estás haciendo acá? —la voz de Alejandra salió más firme de lo que esperaba. No tenía miedo. No ahora. No más.
Rodrigo soltó una carcajada amarga, cargada de rencor y desdén.
—Ah,