Unas horas antes, en la cabaña
Vincent acababa de cortar la llamada con Axel, una mezcla de preocupación de hermano mayor y orgullo de Alpha bullendo en su pecho. Se giró y encontró a Lana apoyada en el marco de la puerta que conectaba la cocina de la cabaña con la pequeña sala, los brazos cruzados y una sonrisa traviesa en sus labios.
— Siempre encuentran la manera de salirse con la suya, ¿eh? — dijo suavemente, su voz cargada de una mezcla de exasperación, cariños y nostalgia —Incluso cuando se trata de torcerle el brazo a la ley misma. Ustedes dos... son un peligro.
Vincent no pudo evitar una sonrisa amplia y genuina. Esa sonrisa, esa chispa de picardía en sus ojos, era la Lana que recordaba. La que había estado enterrada bajo capas de supervivencia y dolor. Se acercó a ella, rodeándola con sus brazos y apoyando la barbilla en su cabeza.
— ¿Oh, sí? ¿Y quién era la mente maestra detrás del "Incidente de la Miel de Abejas Salvajes" o del "Gran Caos de las Cuerdas de Tendones"?— mu