Al día siguiente por la noche.
Esteban se mordió el labio con desesperación, ante la renuencia de Ximena.
—¡No puedo hacer eso! Él y yo ya estamos divorciados, no tengo porque hablarle o pedirle ayuda. Además...
Ella se mostró indecisa mientras lo miraba. Por lo que al darse cuenta Esteban sintió una punzada terrible de culpa y dolor. La abrazó y con pesar le hablo cariñosamente.
—Lo siento si te presioné. Pero de verdad, más que cualquier cosa lo único que me interesa es tu seguridad. Incluso si algo llegara a pasarme... yo quisiera que tú...
—No digas eso, no quiero escucharlo. Esteban, no puedes dejarme ¿Me escuchaste?
Dijo Ximena mientras se acurrucaba en su pecho y se aferraba a él desesperadamente. Esteban se sintió tan feliz y al mismo tiempo desahuciado que era sofocante.
«¿Por qué hasta ahora?»
Con una sonrisa levanto su mentón para que lo mirara a la cara.
—Te amo Ximena.
Ella se mordió los labios con fuerza y asintió mientras lloraba.
—Y yo a ti Esteban