«Si esa maldita no hubiera aparecido... Nada hubiera sucedido de esta manera...»
—Entregaremos el local en dos semanas, hay que limpiar.
Sin decir más, se dirigió a su oficina, quedándose Ramiro bastante preocupado en el solitario lugar.
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Mientras tanto, en su casa Ximena cayó completamente exhausta y preocupada en su cama. Sin darse cuenta cerró los ojos y, no despertó hasta que se escuchó la voz de Esteban anunciando la cena.
Aturdida se puso de pie y salió a comer. No mencionó palabra, pero Esteban no le quito la mirada de encima.
—¿Sucedió algo?
Preguntó él mientras levantaba los platos. Ella momentáneamente lo miró con algo de sorpresa y aturdimiento.
Sin palabras no pudo hacer más que mirarlo un momento. Esteban suspiró y se puso en cuclillas frente a ella. La miró directamente a los ojos y apretó suavemente su mano que descansaba en su rodilla.
—Ximena... sin importar lo que necesites, ya sea hablar o lo que sea, aquí estoy. No te juzgaré, ni diré más.