Capítulo 83. Dos linajes distintos.
Catalina miró fijamente al niño que tenía delante, un reflejo familiar pero sutilmente diferente. Llevaba el mismo cabello oscuro y profundo que caía por su espalda y enmarcaba el dulce rostro de su madre.
Sin embargo, el parecido divergía notablemente en sus ojos, las ventanas mismas de su alma, que reflejaban la mirada cálida e inteligente de su padre.
Sus jóvenes facciones, la curva de su mejilla, la forma de su mandíbula, cada detalle era un eco innegable del hombre que había moldeado la mitad de su ser. Era una curiosa mezcla, este niño, un testimonio viviente de dos linajes distintos entrelazados.
Catalina veía su propia historia, sus raíces que se extendían a través de generaciones, reflejadas en su cabello oscuro. Pero en su rostro brillante y abierto, reconocía la huella indeleble de otro, una presencia que claramente había dejado una marca duradera.
Observarlo era como armar una fotografía amada, donde tonos familiares se mezclaban con matices recién emergidos, creando un ret