Capítulo 130. Resistencia.
Catalina sintió un escalofrío de terror puro al ver la jeringa que su tío sacó de su saco, un objeto ominoso que brilló bajo la luz tenue.
Instintivamente, intentó retroceder, pero sus piernas chocaron torpemente contra el sillón, impidiéndole un escape rápido.
Su mirada se desvió desesperadamente hacia la puerta: ¡estaba abierta! Una chispa de esperanza, débil pero persistente, se encendió en su mente.
¿Tendría realmente una oportunidad de escapar de esa pesadilla que se cernía sobre ella? La posibilidad, aunque remota, era un salvavidas en medio de su creciente pánico.
—¡No iré contigo! —gruñó Catalina, un desafío desesperado y valiente que apenas tuvo tiempo de salir de sus labios justo en el momento en que Tobías le clavaba la aguja en el brazo. Sin titubear, él liberó el contenido de la jeringa en sus venas.
—Es tarde, querida. ¡Esta vez te venderé una y otra vez, y me aseguraré de que ningún desgraciado, ningún miserable, venga a rescatarte de mí! —gritó él, una sonrisa malvada