Capítulo 122. Pasión desbordante.
Francesco tembló, una sacudida de placer puro recorriendo cada fibra de su cuerpo mientras se adentraba lentamente en aquel cálido y tibio coño que lo recibía con una necesidad latente.
La sensación fue abrumadora, una mezcla de suavidad y firmeza; la manera en que las paredes íntimas de Catalina se aferraron a su polla, con una succión y una presión envolventes que lo aprisionaron por completo, casi le hizo venirse en ese preciso instante.
Fue una acogida tan intensa, tan apretada y deseosa, tan perfectamente ajustada, que apenas pudo contener un gemido ahogado.
Cerró los ojos, luchando con todas sus fuerzas por prolongar la embriagadora sensación que lo consumía desde lo más profundo de su ser, deseando quedarse en esa dulzura apremiante para siempre.
Cada centímetro de avance era un escalofrío que lo recorría, prometiendo un abismo de placer que apenas podía soportar.
Catalina movió las caderas con un frenesí creciente, entregándose por completo a la danza ancestral de sus cuerpos.