Capítulo 114. Acorralada.
—Eso imaginé, Marta. Catalina te tiene cariño, cree en ti. Piensa que has sido buena con ella porque de verdad sentías algo, algún afecto sincero... ¿Qué crees que pensaría si se enterara de que todo lo que haces, en realidad, no es más que por un sentimiento de culpa? ¿Cómo reaccionaría si descubriera que tus actos son solo para aliviar tu conciencia?
—Te aprovechaste de mí ese día, Tobías, me hiciste creer que... —empezó a decir Marta, con un tono de voz que mezclaba el reproche con una vieja herida.
—No importa lo que creíste, Marta. Ya no tiene relevancia —la interrumpió Tobías, con su habitual frialdad—. Ahora, lo único que debes hacer es ir directamente a donde Massimo y ofrecerle las joyas. Es tu única tarea.
—No podré sacarlas del aeropuerto, Tobías, me van a atrapar, me van a descubrir —protestó ella, con la voz cargada de temor, la idea de ser descubierta la aterraba.
—No va a haber ningún problema con eso, Marta, absolutamente ninguno —dijo Tobías, con una seguridad apabull