Capítulo 103. La revelación.
Catalina se mantuvo sentada, erguida pero tensa, con la mirada fija en Francesco. El silencio en la habitación se estiraba, volviéndose casi insoportable mientras él se debatía con una mezcla paralizante de anhelo y temor.
Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre la mesa, un ritmo irregular que reflejaba la tormenta interna que lo consumía, debatiéndose entre la necesidad imperiosa de conocer el contenido de los resultados de laboratorio y la aterradora posibilidad de que estos confirmaran sus peores miedos.
Él no lo sabía, pero mientras Francesco se consumía en esta lucha personal, la sombra de Giovanni ya se había extendido, y su veneno, sutil e insidioso, ya había comenzado a obrar, tejiendo una intrincada red de consecuencias que pronto se revelarían, alterando irrevocablemente el destino de todos.
Con manos que traicionaban su habitual compostura, Francesco abrió el sobre. El crujido del papel en el silencio de la habitación sonó estruendoso, casi desafiante. Cada fibra de su