La presencia de Eros causaba gran incomodidad en todos, pero por más que insistiera no se retiraba. Se sentía dueño y señor de la granja y con la suficiente autoridad para manipularnos.
Sin decir nada se acercó a mi padre y antes de que él pudiera decir su nombre, Eros sacó un arma y lo apuntó directamente a la frente. Ante la vista de los invitados, Eros mantuvo su arma firme, pero sin importarle nada. Luego se dirigió a todos para lograr su atención y que hicieran silencio. Mi hermana se apartó y se quedó junto a Louise.
―¿De nuevo quieres ejercer poder sosteniendo un arma? ―Le dije acercándome un poco a él.
―¿No te bastó el disparo del otro día, hermanito? ¡Apártate!
―¿Qué es lo que quieres?
Intenté razonar con él, pero era imposible. Me logré colocar en frente de mis padres