Wendy observa a su madre con ojos tristes y un nudo en el pecho. Le parece injusto que ella ignore lo que en realidad sucede, pero estuvo de acuerdo con Liah y Tom en explicarle todo de a poco.
Tras soltar un largo suspiro, Wendy rompe el silencio que se ha instalado entre los cuatro.
—Volverás pronto, ¿cierto? —le pregunta Debra, ansiosa. En su pecho martilla esa sensación fría de que esta despedida será más larga de lo que Wendy quiere admitir. Sospecha que algo malo sucede, que todos le ocultan la verdadera razón de aquel extraño y repentino viaje.
—Por supuesto —le asegura Wendy, aunque muy en el fondo presiente que no será así. Hay una melancolía inusitada que la insta a abrazar a su madre y no soltarla nunca, quedarse entre sus brazos y aspirar su olor para siempre.
Quizás no está lista para volar.
Wendy sacude ese pensamiento de su cabeza y se separa de su progenitora con una sonrisa que promete que todo saldrá bien.
O solo quiere transmitirle esa esperanza a su madre; también