Tras llegar a destino, toman un autobús que los conduce a un pueblo.
—Debemos buscar un hotel donde pasar la noche, ya que no encontraremos un medio de transporte hasta la cabaña a esta hora —sugiere Liah mientras observa el cielo, donde el sol empieza a ponerse.
Wendy se limita a asentir.
La idea es levantarse temprano y tomar el primer transporte que los llevará a la zona rural. El pueblo es pequeño, por lo que cuentan con un único hotel sencillo donde la pareja puede refugiarse; sin embargo, solo les queda una habitación disponible.
—¡No lo puedo creer! —exclama Wendy, nerviosa.
—Corrimos con suerte, por lo menos encontramos un cuarto vacío —dice él, juguetón. Le divierte tanto verla ruborizada—. No sé por qué te preocupas, únicamente dormiremos en la misma habitación, nada más. No tienes que inquietarte, puesto que yo jamás te tocaría.
Y esas son las palabras exactas para hacerla sentir miserable.
—Oh... —musita, decepcionada y triste.
Liah se enfoca en terminar el registro, no va