En un claro oculto entre las montañas, la atmósfera estaba cargada de una energía densa que parecía oscilar entre la tensión y la inminencia de un conflicto. Kael estaba de pie en el centro, con las manos detrás de la espalda, mientras observaba el mapa etéreo que flotaba frente a él. La luz que emanaba del mapa iluminaba los rostros de los mestizos que lo rodeaban, reflejando en ellos una mezcla de devoción y miedo.
Cada punto en el mapa representaba un Fragmento del Orbe, y cada uno de ellos era un paso más hacia el cumplimiento de la venganza de Kael. Su mirada, oscura y penetrante, pasaba de un lugar a otro con precisión calculada, como un depredador que rastrea a su presa.
Draek, a su derecha, mantenía una postura rígida, sus ojos fijos en el punto que Kael señalaba. Nerya, a su izquierda, estaba más tensa, sus dedos jugueteando nerviosamente con una daga mientras sus pensamientos parecían estar en otro lugar.
—El siguiente Fragmento está aquí —dijo Kael, su voz baja pero cargada