El eco del pasado comenzó a marchitar la raíz del presente.
Sariah caminaba por el Salón de los Ecos, un espacio consagrado a la preservación de la historia oral de Lumenor. Las paredes, cubiertas de cristal de memoria, transmitían los relatos de los antiguos como si fueran visiones. Pero algo no cuadraba.
—Reproduce el fragmento de Serena —ordenó.
El cristal titiló. El aire cambió de temperatura. Frente a Sariah apareció la proyección de su antepasada… o eso debería haber sido. Porque la Serena de ese recuerdo no lideraba a los clanes, no sellaba el eco. No había fuerza ni amor en su voz. Era una traidora. Una bruja sedienta de poder. Una enemiga del equilibrio.
—Esto no es real —susurró Sariah, con los puños apretados—. Esto fue alterado.
—No solo ese —agregó Elandra, apareciendo a su lado—. Muchos relatos han sido contaminados. Las versiones varían. Algunos juran que Kael fue el verdadero elegido. Otros dicen que tú misma naciste de un experimento prohibido.
Sariah sintió un estrem