Sentimientos.
El jardín estaba iluminado por pequeñas luces cálidas que colgaban entre los árboles, y en el centro, una mesa larga reunía a todos los miembros de la familia. El aire tenía ese aroma a tierra húmeda después de una llovizna, mezclado con el suave perfume de las flores que crecían junto a la fuente. Era la reunión familiar por la conmemoración de ellos muertos.
Luego del almuerzo, Reik y Nicolás se habían apartado un poco del bullicio, sentados cerca de un rincón donde las velas danzaban con la brisa. Ivanna, sin que ellos lo notaran, se había quedado a pocos metros, entreteniendo a las gemelas, pero con el oído puesto en cada palabra.
—Hemos pasado por tantas cosas… —murmuró Nicolás, con la voz un poco quebrada—. Y pensar que antes no podía ni mirarte sin sentir dolor.
Reik sonrió con melancolía.
—Yo tampoco podía mirarte sin sentir miedo —admitió—. Especialmente después de que… bueno, de que perdiera al bebé.
Nicolás tomó aire profundo. Sus manos, grandes y marcadas por lo