Alejandro fue directamente a su hogar y si bien estacionó el auto en su casa, no entró, fue directamente a la casa vecina, que era donde vivía Germán.
Su amigo recién llegaba de la clínica y se estaba duchando.
Alejandro, al darse cuenta de que Germán estaba en el baño, se sirvió un trago y se acomodó en el sillín del living, el que estaba próximo al ventanal que daba a la calle interna del barrio cerrado en dónde vivían.
Germán escuchó cerrarse una puerta y se apresuró a salir, envuelto en un toallón, se dirigió a su dormitorio, lo hizo tratando de no hacer ruido, tomó un arma que solamente estaba registrada en su verdadero lugar, aunque a esta altura, él dudaba cuál era su lugar.
Sin preocuparse por vestirse, arma en mano, caminó hacia el living.
- ¡Alto!
Gritó antes de entrar.
No iba a disparar, solamente quería asustar al intruso.
Fue cuando vio a su amigo.
- ¿Sos idiota?
Le preguntó enojado.
- ¡Podría haber disparado!
Alejandro se rio a carcajadas.
-Dejate de estupideces ¿Quién