Aaron
Su cuerpo contra el mío.
Sus dedos aferrados a mi camisa.
Su aliento corto, jadeante, como si intentara sobrevivir a lo que siente.
El mundo se desvanece, los puntos de referencia se confunden.
No hay más que este latido entre nosotros, este fuego contenido demasiado tiempo, listo para devorarlo todo.
La mantengo apretada contra mí, sin moverme.
Porque si me muevo, no sabré detenerme.
Porque en el fondo, ya sé que el regreso es imposible.
Ella levanta lentamente la cabeza.
Sus ojos atrapan los míos, una mirada a la vez lúcida y perdida.
Nunca he visto a una mujer mirar así: entre desafío y abandono, entre el miedo a ser quemada y la voluntad de lanzarse de todos modos.
— Díselo, murmura. Dime que lo quieres.
Podría mentir otra vez.
Podría hablar de razón, de prudencia, de promesas antiguas.
Pero esta noche, las palabras ya no tienen máscara.
— Te quiero, digo en un susurro.
Y no es una confesión. Es una rendición.
Ella cierra los ojos, un escalofrío recorre s