Aaron
Subo las escaleras lentamente, cada peldaño resuena como un latido demasiado fuerte. Detrás de mí, el silencio se establece. No hay un ruido, no hay una palabra. Solo esta tensión suspendida entre nosotros, más densa que la propia noche.
Me digo que debería ir directamente a la oficina, terminar este expediente, evitar la tentación. Pero mis pasos me traicionan: voy hacia nuestra habitación.
La puerta está entreabierta. Una luz suave filtra desde el interior. Fleure está allí, sentada al borde de la cama, con el cabello deshecho, absorta en un libro que realmente no está leyendo. Lo sé porque sus dedos pasan la misma página desde hace varios minutos.
Me quedo en la sombra, mirándola. Debería hablar, decir algo trivial, cortar de raíz este vértigo. Pero no hago nada. La miro respirar. Y cada respiración es una tentación.
— ¿No comes? pregunta sin alzar la vista. Su voz es tranquila, casi frágil.
— Más tarde. Me acerco. Ella gira la cabeza hacia mí, y nuestras miradas finalmente s