Alba
La isla se extiende ante nosotros como un sueño cruel, demasiado perfecta para ser verdad. La arena blanca inmaculada y el mar turquesa contrastan violentamente con el peso que aplasta mi pecho. La villa, gigantesca y fría, se eleva como un palacio de hielo, un mausoleo dorado donde mis esperanzas se desmoronan.
Sandro me mira, su mirada encendida traiciona un fuego salvaje, un deseo ardiente y posesivo. Esta noche, se convertirá en uno conmigo, quiera yo o no.
Retrocedo, intentando arrancar un espacio entre nosotros, pero mis piernas tiemblan bajo la tensión.
— Alba… susurra, su voz grave es una caricia venenosa. ¿Crees que puedes huir de lo que te pertenece?
Levanto el mentón, el corazón latiendo tan fuerte que siento que va a explotar.
— No soy tuya, digo, la voz temblorosa pero feroz. Nunca me tendrás completamente.
Una sonrisa cruel ilumina su rostro, sus ojos arden con una promesa de conquista.
— Esta noche, entenderás lo que significa ser mía. Quieras o no.
Sin más palabra