El mismo día
Pistas privadas de Teterboro, cerca de New York
Alan
A veces —solo a veces— es necesario tomar una decisión arriesgada, hacer algo sin garantías, sin saber si va a salir bien. Dar ese paso, aunque no estés seguro, porque si no lo haces, te quedas con la duda, con ese mal sabor de boca que deja no haberlo intentado. Quizás ya sea tarde, sí. Puede que las oportunidades se hayan ido. Pero quedarse de brazos cruzados, lamentándose, no cambia nada. Esa sensación de haber sido cobarde, de no haber actuado cuando era necesario, no se borra con el tiempo. Se queda. Y aunque aprendas a vivir con ella, no se olvida. Te sigue. Te marca.
Porque los recuerdos no alivian. No consuelan. Al contrario. Te hacen daño. Te recuerdan lo que no hiciste. Lo que perdiste por miedo o por no tener el valor suficiente. Y vivir con eso es más difícil que asumir las consecuencias de una mala decisión. Por eso hay que actuar, entonces respira hondo, aprieta los puños y adelante, lánzate al abismo sin