Ojo por ojo (1era. Parte)
La misma noche
New York
Hangares del Grupo Collins
Alan
Cuando le propuse a Nicky investigar el accidente de su padre, sabía perfectamente a lo que nos enfrentábamos. No se trataba solo de conocer nombres; era cuestión de obtener pruebas, confesiones, piezas concretas que encajaran en este rompecabezas sucio. Y para eso necesitábamos a Jimmy White. Su confesión era clave. Su voz nombrando al que dio la orden. Ese era el punto sin retorno.
El miedo se le notaba desde lejos, pero no me detuvo. Actué por instinto. Lo agarré del cuello de la chaqueta y lo estrellé contra la pared con un golpe seco. Sentí su cuerpo estremecerse bajo mis manos. Estaba aterrado, y no hacía el menor esfuerzo por ocultarlo. Lo vi temblar, vi sus ojos desbordarse en pánico. Y, aun así, no me detuve. En ese momento, la verdad valía más que cualquier límite moral. Lo hice por justicia, por el dolor que cargaba Nicky, por nosotros… por nuestras empresas que querían destruir.
Lo amenacé. Lo golpeé. Y cuando soltó e