Alexey
Había acudido a la casa de Vainilla por el llamado del tío. Me había contado lo sucedido con Andrés Camilo y me pidió ayuda para orientarlo, ayudarle por mi experiencia a controlar la ira. Acuden a mí porque viví lo mismo en la adolescencia, aunque las razones eran diferentes.
Lo mío era solo la adolescencia y cambios fuertes por el desarrollo. Por eso, papá me dejó bajo la autoridad de Samuel, quien, para sorpresa de todos. Tenía un don para saber ayudarme a canalizar la ira. Desde mis quince años practicaba el boxeo. Bajé las escaleras después de hablar con el primo.
Lo ocurrido, en su caso, yo habría hecho lo mismo, con la diferencia, de que, sin duda, mato a quien hable mal de mi sagrada madre. Yo sí ofrezco un velorio en alguna parte. Volví a ver a Vainilla con su pijama de helado de vainilla, había sabido ignorarme en estos días.
Antes, era ella quien me escribía de manera constante para saber qué hacía y, desde la cagada por mi parte, era cortes, pero no demostraba más