Angélica.
Me enteré de las nuevas noticias. Sentí alegría por Rubí, quien se había encariñado y entusiasmado con la pequeña. Por el requerimiento de la juez para poder aspirar a la adopción, debían ser una pareja constituida ante la sociedad; por ello, debían casarse por lo civil. Los requisitos fundamentales para poder hacer papeles para la custodia legal lo exigían.
Se casarán en la clínica hoy en la tarde; será la unión con un juez amigo de Carlos quien oficializará. Más adelante, cuando Emmanuel se encuentre recuperado de sus fracturas, lo harán por la iglesia. Llegó la segunda boda de quien menos lo esperábamos. Rubí se encontraba a unas horas de convertirse en la nueva señora Villalobos. Haim lloró en su cuna, acababa de levantarse.
—Ya, amor, ¿qué pasó? ¿Un sueño feo?
Le di besos en su preciosa carita. Lo cambié de pañal y le di seno. Mañana era nuestro viaje y no había hablado con mis padres, por lo menos con mamá. El señor Alejandro aún seguía alejado de mí, más no sé su niet