Angélica.
Terminé de bañarme, un bebé recién nacido era trabajo completo, pero no me quejaba. Mi hijo cada día se veía más hermoso. Seguía mandándole videos a Ernesto de nuestro hijo sin tener respuesta. Mi madre no se cambia por nadie, ya tiene a dos princesas y a su príncipe, dice que se podía morir tranquila.
Sin embargo, mi padre era otro tema, decidió quedarse, pero no me hablaba. Él dormía en la habitación de huéspedes, y mamá se quedaba conmigo en la inmensa cama de la habitación principal. Mi celular comenzó a sonar; de rapidez, me puse la salida de baño. Mamá fue a realizar unas compras dado que nuestro viaje de regreso era mañana.
Una vez Haim se durmió, aproveché para bañarme. Del baño corrí para contestar; era Euma quien me llamaba. Y sonreí, me dio tanta alegría que mis amigas; ninguna me juzgó. Analizaron por unos minutos y luego fue como si nada.
—Hola, amiga.
—Hola. —Su voz fue triste.
Caminé hasta la cuna y no estaba mi hijo en ella. ¿Habrá llegado mi madre? Al salir